Evangelio del Día

MIÉRCOLES, 16 DE JULIO – CICLO CNTRA. SRA. DEL CARMENMEMORIA OBLIGATORIA

Primera Lectura Ex 3, 1-6.9-12

El ángel del Señor se apareció en una llamarada entre las zarzas.
En aquellos días, pastoreaba Moisés el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.

Moisés se dijo: Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.

Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: Moisés, Moisés.

Respondió él: Aquí estoy.

Dijo Dios: No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.

Y añadió: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.

Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios.

Y el Señor le dijo: El clamor de los israelitas ha llegado a mí y he visto cómo los tiranizan los egipcios.

Y, ahora, marcha, te envío al Faraón para que saques a mi pueblo, a los israelitas.

Moisés replicó a Dios: ¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto?

Respondió Dios: Yo estoy contigo; y ésta es la señal de que yo te envío: cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial – Sal 102, 1-7

. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas,
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

Evangelio Según San Mateo 11, 25-27

Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a la gente sencilla.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Palabra del Señor.

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