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La huella agustiniana en los primeros meses del Papa León XIV

Este 8 de agosto se cumplen tres meses desde que el Papa León XIV apareció por primera vez en el balcón central de la Basílica de San Pedro, saludando al mundo como nuevo Sucesor de Pedro.

En su primer mensaje Urbi et Orbi, el Santo Padre dejó claro el corazón de su misión:
«Soy agustino, hijo de San Agustín, quien dijo: ‘Con ustedes soy cristiano, y para ustedes, obispo’. Caminemos juntos hacia la patria que Dios nos prepara».

Desde entonces, sus palabras, homilías y encuentros han estado marcados por la sabiduría de su padre espiritual, San Agustín de Hipona. Ya sea hablando sobre la Inteligencia Artificial, animando a los jóvenes o recibiendo a peregrinos, León XIV ha citado con frecuencia las Confesiones y otras obras del santo, como La Ciudad de Dios y el Comentario a los Salmos.

Un llamado a la unidad en Cristo
Uno de los ejes más constantes de su magisterio ha sido la comunión de los creyentes. Inspirado por San Agustín, adoptó como lema episcopal In Illo uno unum (“En Aquel uno, uno solo”), recordando que, aunque somos muchos, en Cristo formamos un solo cuerpo.

Para el Papa, la unidad no es una simple idea, sino un fruto del Espíritu Santo que crece en la medida en que somos fieles al Señor. De ahí su insistencia en orar y trabajar juntos como una sola familia de Dios, más allá de diferencias culturales o lingüísticas.

La patria definitiva
En varias ocasiones ha repetido las célebres palabras de San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Con esta frase, recuerda que el ser humano sólo halla la plenitud en Dios.

En su mensaje por la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, subrayó que la Iglesia es un pueblo en camino hacia la patria celestial, y advirtió que cuando se olvida de su identidad peregrina corre el riesgo de acomodarse al mundo.

También, al dirigirse a los jóvenes, evocó a San Agustín para mostrar que la casa del Señor no es una meta lejana, sino la alegría de caminar juntos como comunidad.

Humildad y compasión para transformar el mundo
Inspirado en la parábola del Buen Samaritano, el Papa invitó a mirar al prójimo con “los ojos del corazón”. Recordó que Cristo mismo se identifica con aquel que se detiene para curar las heridas del necesitado.

En un mensaje a los jóvenes de Chicago, retomó el pensamiento agustiniano: si queremos cambiar el mundo, debemos empezar por nuestro propio corazón. Y en una audiencia general, comentó que cada acto de fe es un contacto real con Jesús, cuya gracia —aunque a veces invisible— transforma nuestra vida desde dentro.

En estos primeros meses, el pontificado de León XIV se va perfilando como un camino enraizado en la espiritualidad agustiniana: una fe que busca la unidad, que camina hacia la patria eterna y que se encarna en gestos concretos de amor y servicio.

Fuente: Vatican News

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