La importancia del apego seguro en la infancia: una mirada desde la psicología y la fe

Por: Psicólogo Miguel Araujo
El desarrollo emocional de una persona está profundamente marcado por los vínculos que establece en sus primeros años de vida. El Psicólogo Miguel Araujo, en una reciente disertación, abordó la teoría del apego desde una perspectiva científica y humana, resaltando cómo una infancia carente de afecto, atención y presencia parental puede desencadenar consecuencias emocionales graves en la adultez.
Uno de los ejemplos que plantea es el de una persona que, a pesar de ser maltratada por su pareja, no logra dejar esa relación por un vacío emocional no resuelto en la niñez, específicamente por la ausencia de apego materno. “No se trata solo de alimento físico —explica Araujo— sino del contacto afectivo que es insustituible. El niño que no es consolado ni atendido, crecerá con la sensación de que sus necesidades no importan”.
El especialista destaca que el apego seguro —aquella relación afectiva estable, constante y amorosa que se forma entre un niño y su figura cuidadora— es clave para un desarrollo emocional saludable. Este tipo de apego se convierte en una base firme para que, más adelante, ese niño pueda desenvolverse con autonomía, formar vínculos sanos y enfrentar con resiliencia las dificultades de la vida.
En contraposición, el apego inseguro genera ansiedad, dependencia desmedida, miedo al abandono y dificultades para confiar en los demás. Araujo menciona que muchos adultos con comportamientos obsesivos, dependencias afectivas o incapacidad para alejarse de sus padres, en realidad están buscando llenar ese vacío de atención y afecto que experimentaron en la infancia.
El consuelo como alimento emocional
“Cuando un recién nacido llora, muchas veces no necesita ni alimento ni abrigo, sino simplemente el abrazo de su madre o padre”, subraya el psicólogo. Ese consuelo constante no produce dependencia patológica, sino que fortalece la seguridad interior del niño, permitiéndole luego desarrollar una autonomía equilibrada.
Además, Araujo hace referencia al concepto de «objeto transicional», desarrollado por el psicólogo Donald Winnicott, que se refiere a esos elementos (como un peluche o una manta) que los niños utilizan como sustituto emocional de su figura de apego. A través de este concepto, se entiende que el afecto físico y emocional tiene una función vital en la construcción del mundo interior de cada persona.
Un experimento que revela la importancia del afecto
El psicólogo cita un experimento realizado con monitos recién nacidos, a quienes se les ofrecieron dos figuras sustitutas de su madre: una metálica que proveía leche, y otra de felpa sin alimento. Sorprendentemente, los animales preferían abrazar y permanecer junto a la figura de felpa, demostrando que el contacto afectivo era prioritario incluso sobre la alimentación física.
Este hallazgo, señala Araujo, reafirma que la necesidad de afecto es fundamental y universal. En el plano humano, también es una llamada de atención para padres, educadores y comunidades de fe: la presencia, el cariño y la atención son tan esenciales como el pan de cada día.
Recurso disponible
El Psicólogo Araujo pone a disposición del público interesado el material completo en formato PDF, titulado “Apego seguro, apego inseguro y objeto transicional”, fruto de una investigación científica. Se puede solicitar gratuitamente al número: 📲 0971-528506.
Un llamado desde la fe
Desde la visión cristiana, cuidar del desarrollo integral de los niños no es solo un deber social, sino una vocación sagrada. Jesús mismo nos enseñó que “quien recibe a un niño en mi nombre, a mí me recibe” (Mt 18,5). Promover un apego seguro desde los primeros meses de vida es también formar corazones capaces de amar, confiar y vivir en paz consigo mismos y con los demás.